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1/18/2012


Su interés por saber hasta donde llegaría alcanzó límites insospechados.
En el fondo, le gustaba observarlo durante horas mientras su cabeza navegaba mar adentro. Imaginaba en qué pensaría antes de dormir. Si recitaría una canción en voz baja tal vez, o si tanto cargo de conciencia maltrecharía su sueño. 


Era un hombre barbilampiño, con las manos arrugadas y no sonreía más que por un solo
costado. Su apariencia era aún todavía joven, aunque al abrir la boca pareciese haber vivido
dos guerras y un disparo en el ventrículo equivocado, que le impedía sentir convencionalmente.


Él se sentía atacado frente a mis miradas. A veces deseaba que levantase la mesa y, en un
ataque de ira, me golpeara, o simplemente chocase sus labios contra los mios. En cambio,
se limitaba a mirarme y notaba como, por un par de segundos, se sumergía en la claridad de mis ojos al acecharlo furtivamente. 

4 comentarios:

  1. No acepto que tardes tanto en publicar algo nuevo. ¡CON LO BIEN QUE LO HACES!

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  2. Increíble texto, este, el anterior, y el anterior del anterior... Corroboro lo que dice Sergio.

    Te sigo leyendo ^.*

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  3. Muchísimas gracias de verdad! Espero que te gusten los siguientes jajajaja :)

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  4. me encanta como expresas todo lo que describes! es buenisimo, en serio :)

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