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5/04/2013


Sigo turbada. El desconcierto es incesante. ¿Realmente es posible? Disimulas,
pero nadie te ha dicho que lo haces fatal. 

¿Cómo podría librarme de aquel cosquilleo? De la sonrisa traicionera que aparece cuando más te odio, de la sensación que me produce arrancar cada hoja del calendario y verte reflejado a través de la ventana, de morir cada milésima de segundo cada vez que dices que te vas (y también de  cada vez que regresas), de las mañanas, pero sobre todo de las noches. De la adrenalina que me rodea cuando aceleras y preguntas¿qué te pasa? De los desvelos, de las dudas, de poder comprobar cómo se abre cada una de tus cicatrices y que me des la
oportunidad cerrarlas. De las lágrimas. De el sonido de tu voz...  Joder, de cada uno de tus parpadeos. De la puta manera en la que tienes de hacer que me tiemblen las rodillas, de las veces en las que te mataría porque no creo que  vuelva a decirle a nadie 'te quiero' cómo te lo digo a ti. De la magia que hace que contigo no sepa ni dónde estoy, y a la vez, me lleva de nuevo a casa.

Probablemente no creas que alguien tiene el poder de cambiarlo todo de esa manera, pero si vieras la manera en que me mira lo entenderías todo.

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