Será mejor comenzar con un punto aparte.
Me pregunté tantas cosas anoche que acabé con el papel pintado de la pared. Me hice la pregunta que hace años contesté con rapidez y apenas sin dudas.
¿Y tú, qué quieres ser de mayor?
Por mucho que enredé la cabeza con el corazón, y las tripas con la garganta no
salió mucho más que un nudo, de esos que se clavan, y ni sube ni baja. Ese nudo que
se compagina con los latidos, que van a trescientas pulsaciones por minuto. Desencajados.
Dicen que poquito a poco las cosas se van entendiendo, se desarrollan sobre su mismo curso y fluyen, pero que si las dejas mucho flotan y se escapan... Así que es mejor tener cuidado.
Pero como yo no entendí las cosas, ni se desarrollaron, ni mucho menos fluyeron decidí hacer lo mejor que podía; contar las sonrisas que me habías regalado y dormir. Y así fue, el último número que recuerdo era el 232. Es curioso como respondí a la pregunta de mi infancia sin ni si quiera pensarlo.
Para hacer feliz a alguien en este mundo, del mismo modo que haces tú, y poder hacer sentir lo que es estar seguro... Yo de mayor quiero ser una de tus sonrisas.
Inevitable no decirte lo infinitamente increíble que es y que eres!
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