Aún recuerdo aquella mañana... Las ventanas estaban abiertas de par en par. Escuché los pasos acercándose hacia la cama, pero cerré los ojos, como si de una película de terror
se tratara. Sus besos explotaron en mi cuello y entonces decidí girarme antes de que esto terminara en una guerra nuclear. Tenía pensado dormir hasta mediodía. El reloj marcaba
las 11:57. Él me miró e hizo una tregua.
- Te he quitado tres minutos de sueño, dijo entre carcajadas.
- ¿Sabes lo que puede pasar en tres minutos? Una mujer puede convertirse en madre, o puede licenciarse, quizás hasta puede cambiar el día.
- Bueno, ni tú vas a convertirte en madre, ni a licenciarte ni vas a cambiar el día. Por lo menos en estos tres minutos... A lo que sí te da tiempo es a besarme.
Lo miré desafiante y cerré los ojos, pero él invadió mi territorio.
- Arriba Bella Durmiente.
- No sé de que me hablas.
Él se encorvó, ganando la primera batalla, cruzando los límites.
- ¿Quieres que te cuente el cuento?
- Prefiero que empieces por el final.
Abrí los ojos y empezó el bombardeo. No estaba dispuesto a rendirse y se propuso tener un cara a cara. Estuvimos a dos milímetros de que todo saltara por los aires. Pero la alarma del reloj hizo un alto al fuego. Las 12:00.
-¿Esto significa que se acabó el cuento?
-Las historias de cuento son las que no acaban nunca, pasan a la memoria y se graban en tu mente.
Y dejando atrás los cuentos, nosotros preferimos seguir con nuestra guerra particular.
Me encanta :)
ResponderEliminarpásate por mi blog si quieres,te sigo desde hace tiempo,sigue así!